diciembre 27, 2006

La profecía autocumplida




Algunos estudiosos dicen que tenemos una media de unos 50.000 pensamientos diarios y que de ellos... ¡el 80 % son negativos!

Dando un seminario hace poco, presenté a los asistentes unas fotografías con imágenes de un coche de fórmula 1, un perro que tenía la cabeza de un pequeño gato dentro de su boca y de un partido de fútbol donde el portero está con los brazos abiertos. Luego les pregunté cómo pensaban que podía seguir la historia. Imagínense ustedes, la gran mayoría pensó que el fórmula 1 chocaba, el perro se comía al gato y el portero protestaba por un gol que le habían hecho.
¿Por qué no pensar que el fórmula 1 ganaba la carrera, el perro jugaba con el gato y el portero festejaba un gol de su equipo?

No podemos decir que fue una prueba científica, pero de alguna forma delata esa mala tendencia al pensamiento negativo que solemos tener con demasiada frecuencia.
Los expertos en el tema de la influencia del pensamiento negativo (o positivo) en nuestras vidas, lo presentan con una lógica aplastante: cuando aprendemos a conducir, al principio ponemos la atención máxima en cada uno de los detalles de nuestras acciones, para luego, cuando ya llevamos tiempo conduciendo realizamos un montón de actividades de forma subconsciente. Pues bien, con el pensamiento positivo o negativo alimentamos nuestro subconsciente y luego éste actúa influyendo en nuestras acciones, sin darnos cuenta. Muy lógico ¿no? (o mejor debería decir... ¿si?).

Los líderes de las organizaciones exitosas tienen principalmente pensamientos positivos. ¿Se imaginan ustedes a un Henry Ford en su época, o a Bill Gates en la actualidad, pensando que “…esto no va a funcionar”? Otra hubiera sido la historia.

Los pensamientos positivos generan actitudes positivas y esas actitudes generan acciones positivas.
Nada mejor que pensar que algo saldrá mal para que ocurra. Algo así como la profecía autocumplida.

Como estoy convencido de esto que les comento, para estas navidades y año nuevo he pedido un solo deseo: TENER MUCHOS, PERO MUCHOS…

¡PENSAMIENTOS POSITIVOS!

Lo demás vendrá por añadidura.

Para pensar.
Hasta pronto.

diciembre 21, 2006

El estrés y las cabras

Vez pasada estábamos con Carlos y un cliente hablando algo sobre la adicción al trabajo, o “workolic” como le llaman los norteamericanos, y recordé una historia que hace tiempo escuché y que trataré de reproducirla, un poco modificada o adornada por culpa del tiempo.

Resulta que un día Alfredo, un alto ejecutivo de una gran empresa, angustiado por la presión de su trabajo decide escaparse al campo un día cualquiera de la semana. Se sube a su cuatro por cuatro de ultimísima generación y parte velozmente sin rumbo fijo. Bueno, eso de ir sin rumbo, más o menos, porque de inmediato enciende su GPS, localiza un pequeño pueblo del que alguna vez había oído hablar y luego de luchar unos minutos con las teclas del artilugio, la cobertura, los mapas y otras delicias tecnológicas, (¡ya se estaba poniendo nervioso!) por fin puede orientarse proa a su destino y relajarse un poco.
Llevaría no más de quince o veinte minutos por un camino rural alejado del mundo y vio un pastor que tranquilamente, tirado en la hierba, miraba como sus cabras caminaban y comían rodeadas de un paisaje bucólico y maravilloso.
Alfredo detiene su cuatro por cuatro a un costado del camino, frente al pastor, se baja y se acerca.

-Buenas tardes – saluda tratando de poner la voz con un acento campestre como para no desentonar con el ambiente.
-Buenas – contesta el pastor.
-Qué ¿pastoreando las cabras, no?
-Ya ve usted – contesta el pastor sin prestarle mucha atención.
-¿Muchas cabras? - siguió Alfredo.
-No, las que ve, unas quince.
-Mi amigo, voy a ir al grano – le suelta Alfredo, que como buen hombre de negocios era muy expeditivo.
-¿No habrá usted pensado en montar un empresa más rentable con las cabras?

Y sin esperar repuesta continuó:
-Pues mire, si usted vende unas pocas, sin intermediarios para ganarles más, con ese dinero puede comprar un macho y una hembra de alguna raza mejor, que de más leche o más carne. Luego de un par de años su rebaño será más productivo y además podrá vender machos y hembras de raza. Con ese dinero puede invertir en la bolsa y otras opciones con altos beneficios, aunque siempre cuidando de su cartera de inversión y entonces…

Así siguió Alfredo entusiasmado desarrollándole todo un plan de negocios al pobre hombre que lo miraba extrañado.

-Perdone que lo interrumpa Don Alfredo, todo lo que usted me dice me parece muy interesante, pero ese plan de diez o quince años ¿es para llegar a dónde?
-¡Hombre! ¡Para tener mucho dinero!
-Vale ¿y para qué? –
insistió el pastor.
-¡Para poder estar tirado tranquilamente en la hierba mirando a tus cabras!

El pastor se encogió de hombros mirándole a los ojos y le dijo:
-Lo mismo que estoy haciendo ahora ¿no?

En esto sonó el móvil, Alfredo dio un salto y atendió. Otra vez la locura, el trabajo pendiente tenía que estar para el jueves, la secretaria estaba de baja, lo había llamado un tal Rodríguez por un negocio de…
Casi no tuvo tiempo de despedirse del pastor. Con un ademán de adiós se subió a su cuatro por cuatro y partió… rumbo al estrés.

Para pensar
Hasta pronto

noviembre 19, 2006

El Caminante Sabio

Cuenta la leyenda que en unos lejanos parajes vivía una humilde familia, a duras penas sobreviviendo, prácticamente aislados del mundo.
Un día acertó a pasar un caminante, ya con pocas fuerzas, que llamó a la puerta con la esperanza de abrigo y algo de comer. Fue muy bien recibido por esta familia que aplacó sus austeras necesidades.

-Veo que tenéis una niña pequeña que está enferma - observó el caminante.
-Si es cierto, lleva mucho tiempo así, pero es que somos muy pobres y no tenemos dinero para llevarla a un buen médico. Ya ve, vestimos andrajos, apenas tenemos para comer… - contestó lastimeramente el hombre.
-Permitidme la pregunta, pero ¿de qué vivís?
-Pues prácticamente de esa vaca – dijo la mujer echando una mirada por la ventana.
-La ordeñamos, parte de la leche la tomamos nosotros y el resto la vendemos o la canjeamos en el pueblo por algunas pocas cosas, pero todo va cada vez peor.
-¿Y ellos? – preguntó el caminante señalando a dos muchachos que estaban junto al fuego.
-Ellos también ayudan a ordeñar la vaca y van al pueblo de vez en cuando.

La conversación siguió poco más, el caminante, cansado, pronto se quedó dormido.
A la mañana siguiente, temprano, se despidió de la mujer, que era la única levantada a esa hora, le agradeció su hospitalidad y partió rumbo a no se sabe dónde.

Pasó el tiempo, y otra vez aquel caminante pasó por el lugar. La cabaña desvencijada había dado paso a una casa mucho mejor, humilde pero cuidada. Donde sólo había habido maleza ahora había un bonito jardín que atravesó en dirección a la puerta.
Primero se quedaron extrañados, luego le reconocieron, le hicieron pasar y le ofrecieron buen vino y buen pan. Los muchachos se acercaron a saludarle junto con la niña. Todos tenían muy buen aspecto, sanos y con ropas decentes y limpias.

-Le recuerdo bien – decía el hombre - porque el día que usted se fue ocurrió algo que cambió nuestras vidas. A media mañana, cuando nos levantamos a ordeñar la vaca, no la encontramos. La buscamos durante horas, finalmente uno de mis hijos la encontró muerta, ¡al parecer se había despeñado por el barranco!
-Nuestra desesperación fue enorme Los muchachos se levantaban temprano e iban al pueblo en busca de trabajo que finalmente encontraron y bastante bueno por cierto. Yo mismo fui a trabajar al campo de un vecino del que ahora soy socio, ya tenemos doce vacas, hacemos quesos y tenemos cultivos. Mi mujer desarrolló su habilidad innata para tejer y vende hermosas bufandas y guantes…
-Ahora me doy cuenta que la necesidad hizo que aguzáramos el ingenio, sacudió nuestra pereza y logró lo que usted ve ahora, una vida mejor para todos.
-Me alegro, me alegro mucho – dijo con una leve sonrisa el caminante mientras recordaba cuanto le había costado aquella mañana lejana llevar a la vaca hasta el barranco y no sin pena darle un último empujón.

Hasta aquí la historia, ahora la reflexión ¿qué hay de nuestra empresa? ¿nos conformamos con la vaca atada? o… ¿arriesgamos un poco por algo mejor?
Reaccionemos a tiempo, no siempre hay un caminante sabio que pase cerca.

Para pensar.
Hasta pronto

octubre 26, 2006

Sócrates y el Búho

Paseaban una mañana el padre y el hijo pequeño cuando delante de ellos aparece una señora muy bien organizada físicamente.
El padre, arrastrado súbitamente por una ola hormonal, exclama:
-¡Qué c…!
El niño lo mira desde su baja estatura e inocencia y le pregunta:
-¿Qué dijiste, papá?
En ese momento la testosterona dio paso a la adrenalina que se manifestó claramente en el tono rojizo de su cara.
-Nada… queeee… dije… ¡qué búho! – respiró aliviado el padre creyendo haber encontrado la solución a la embarazosa pregunta.
-¿Qué es un búho papá?
-Pues… un animalillo nocturno.
-¿Pero si es nocturno como lo has visto a esta hora?
-Es que… iba a buscar a sus hijitos.
-¿Y cómo tienen hijitos los búhos?
-… eh… ponen huevos como cualquier ave.
-¿Y cuántos huevos ponen?
-Pues… no sé, unos tres o cuatro.
-¿Y de esos tres o cuatro, cuántos buhitos nacen?
-¡Tres o cuatro! – empezó a levantar la voz el padre ya un poco alterado.
-¿Y por qué son sólo tres o cuatro?

Ese fue el golpe de gracia. El padre ya agotado confiesa:
-¡Vale, vale, dije qué c…, hijo, dije que c…!

La verdad había aflorado finalmente.

Esta historia ocurrió más o menos en el año 465 AC y el niño se llamaba Sócrates (aclaro a los historiadores que es una recreación fantasiosa).
El niño se hizo grande y siguió preguntando y preguntándose siempre, hasta que se puso molesto para algunos no tan inocentes y se le “sugirió” que se suicidara.
Luego vinieron atrás otros con sus palas para echar un poco de tierra encima de este sano arte de la mayéutica.

¿Y a qué viene esto? Pues, por deformación profesional no puedo dejar de relacionarlo con la empresa.
Es demasiado frecuente que el empresario requiera a los consultores sólo las respuestas, o mejor dicho la receta. Generalmente “está muy ocupado” para pensar un poco más profundamente sobre el por qué de las cosas (tanto en lo que le va bien como en lo que no).
Por otro lado, también es demasiado frecuente que los consultores creamos que las sabemos todas y estemos tentados a dar recetas.

¿No habrá llegado la hora de reflotar la mayéutica de Sócrates y los empresarios y consultores nos pongamos a tratar juntos y humildemente de encontrar la verdad (léase soluciones)?

Ruido sobre el tema en el ambiente empresarial ya hay. Es creciente y se llama “coaching”.
El “coach” (entrenador) hace el papel de facilitador del éxito del “coachee” (entrenado) ayudándole a encontrar las soluciones por sí mismo.
Sin duda, y ya lo está demostrando en muchas organizaciones, una forma perdurable y segura de generar cambios beneficiosos personales y en la organización.

Pero recordemos, primero que nada lo importante es encontrar las preguntas.

Para pensar.
Hasta pronto.

octubre 04, 2006

El Test del Pasillo

Por definición, un pasillo es un paso estrecho dónde, si uno se cruza con alguien, la cercanía obliga a intercambiar algo. Puede ser una rápida mirada, un “hola” o toda una conversación. Lo que está claro es que nunca nos deja completamente indiferentes.
No deja de ser entonces una buena ocasión para comprobar algunas cosas.

Vamos a escenificar un supuesto: usted es jefe, el máximo de la empresa o de una sección, departamento o lo que fuere, da igual, siempre que tenga ese “título”.

Pues bien, un día cualquiera usted tiene un “encuentro de pasillo” con su colaborador Antonio. Este muchacho, del que siempre ha tenido una buena impresión, le echa una mirada huidiza, y como con mucha prisa apenas le saluda:

-Hola jefe- y sigue su camino.
-Hola- usted le contesta pensando: “éste siempre tan ocupado” y se dirige hasta su despacho.

Sin embargo, una vez allí, se aparta mentalmente del trajín diario y por un momento reflexiona sobre ese breve encuentro…
Extrañamente, o no tanto, descubre que ese tipo de cruce rápido le ocurre siempre. Difícilmente un colaborador se pare o se acerque para tener una conversación, de trabajo o no, con usted. Además, siempre que convoca a alguien, la gente está nerviosa, se excusa, se justifica, como si se estuviera examinando, y casi nunca aporta nada interesante.

Mi estimado amigo, el test del pasillo acaba de confirmar que usted ¡mete miedo! No sabemos si mucho o poco (el test no es tan preciso) pero sí podemos diagnosticar que hay un problema de comunicación. Y lo que es probable también uno de liderazgo ¡tanto o más grave aún!

Lamentablemente, ese temor que podemos infundir nos confiere una sensación de poder que rápidamente confundimos con liderazgo.
Nada más alejado de la realidad, estos pseudo líderes, al final se dan cuenta de que a pesar de esa aparente sumisión, las cosas en la empresa no funcionan todo lo bien que quisieran, sus colaboradores sólo hacen su tarea cuando se les está encima, sus órdenes (nunca mejor dicho) se diluyen sin cumplirse, etc, etc.

Pero usted, que es inteligente y se ha tomado ese instante para reflexionar, no cae en esta trampa y comienza a realizar acciones para cambiar el “título” de “jefe” por el de “líder” en la percepción de su gente.


Un tiempo después se vuelve a cruzar con Antonio en el pasillo.

-Hola jefe, ahora que lo encuentro, tengo una idea para mejorar este tema de la atención al cliente ¿cuándo podemos hablar?

¡Enhorabuena, ahora sí el test del pasillo ha dado positivo!

Para pensar.
Hasta pronto.
Copyright Luis Roldán González de las Cuevas

agosto 14, 2006

Negocios turbios

Hace un par de veranos se me ocurrió escribir para un concurso de cuentos del periódico Ideal de Granada. Nunca había escrito algo que no fuera relativo a mi trabajo o profesión. ¡Sorpresa! Un día domingo, tan tranquilo abro el Ideal y... ¡allí estaba mi cuento!
En este agosto mis amigos del hemisferio norte están de vacaciones, yo a medias y los del sur trabajando. Va para todos este pequeño cuento.



- No creo que debamos hacerlo.
- ¡Qué sí! - contestaba el otro.
No conocía a ninguno de los dos pero me llamaron la atención. Era una tarde de calor, agosto no perdona en Granada, iba subiendo la cuesta de la calle… (bueno, no recuerdo, son tantos nombres que en sólo dos años que llevo aquí … ), allí estaban, tan absortos en lo suyo, tan concentrados. La pared blanca sobre la que se apoyaban, apenas cubiertos por una pequeña sombra, no era el límite de su calle, ni siquiera de una casa, su mundo estaba más allá, sin fronteras, se les notaba en la cara. Sin embargo formaban parte del paisaje, casi diría que eran indispensables para entenderlo, para completarlo, para darle vida en esa tarde desierta.
- Atrévete, ya verás que no pasa nada.
- No lo sé… - dudaba el más alto.
Luego alzó la vista sobre la tapia de enfrente mientras el más bajo, que parecía haber dicho lo que tenía que decir, le clavó los ojos por un instante, como esperando de su compañero algo más que esa respuesta.
Vino un largo silencio que ninguno de los dos intentó llenar. Eso me hizo pensar que eran amigos de siempre.
- Vale, ¿por cuánto lo harías? ¿Por el doble?
- Venga, insistió, que si no lo haces …
La frase sin terminar había sonado amenazante, pero no noté ninguna reacción de temor en la supuesta víctima, es más, se encogió de hombros.
El más bajo, se dio media vuelta y comenzó a caminar calle arriba. Unos instantes después el otro le seguía.
¿Qué hago aquí? – me pregunté. Es una tontería, pero estoy atrapado, no puedo irme sin saber de que se trata y como termina esto. ¿Y si se dan cuenta que los observo? No puedo estar aquí toda la tarde haciéndome el tonto.
Pensándolo ahora, mientras escribo, me doy cuenta que no me quedé por curiosidad, sólo fue una excusa. En realidad me retenía un impulso con gusto a recuerdos. Seguro que había pasado por eso, que a mí también me había ocurrido. Otro país, otro verano, pero la misma imagen.
Lo alcanzó y caminaron juntos otro trecho, luego se detuvieron y comenzaron a hablar.
No podía escuchar lo que decían pero eran frases cortas, como había sido hasta ahora toda su conversación, mientras miraban al suelo jugando a patear con desdén alguna piedrecilla o algo así.
Por un momento pensé que ahí terminaba la historia. Ellos en lo suyo y yo volviendo a la soledad de mi apartamento a refrescarme, luego tal vez a leer algo. Pero de pronto echaron a correr calle abajo, en mi dirección. Di un respingo y torpemente me hice el distraído, pero mirándoles con el rabillo del ojo, sin perderles pisada. Parte de mí me empujaba a irme y la otra a permanecer hasta el final. De lo que sí estaba seguro era que quería seguir de espectador, sin involucrarme, sin ser parte de nada, ni siquiera de esa tarde ese momento ni ese lugar. Pero venían directo hacia mí. Yo seguí mirando hacia cualquier lado, en suspenso, sólo esperando.
Me esquivaron mecánicamente, como si fuera un objeto más de la calle, y fueron a donde los había encontrado por primera vez. Ahora los dos miraban con atención hacia la tapia de enfrente. ¡Ahí tenía que estar el secreto!
- Vale, lo hago pero por lo que me prometiste ¡eh!
- Vale, pero date prisa, ya sabes que en un momento nos tendremos que ir.
El más alto se acercó a la tapia, la examinó un instante y empezó a treparla metiendo los pies y los dedos por los huecos que dejaban las piedras entre sí, torpe y lentamente. Al fin llegó hasta lo alto, entre las ramas de la higuera, entonces se dio media vuelta para mirar a su compañero con cara de triunfo.
- Los bolsillos a reventar de higos, ¿vale? – le grito el de abajo tratando de apagar la voz para no ser descubiertos.
Me dirigí hacia ellos, le pase la mano por la cabeza al chaval que esperaba el preciado botín y le dije:
- Gracias por haberme dejado jugar un rato con vosotros.
Me miraron sin entender.
Ahora ya me iría tranquilo, riendo, a mi apartamento. No estaría tan solo, llevaba la memoria de otros hermosos buenos tiempos.


Copyright Luis Roldán González de las Cuevas

julio 05, 2006

¡El Mundial se juega en la empresa!

Sí, así es y además todos los días y siempre.

Hace ya bastantes años (¡tantos que Beckembauer era el ídolo del momento!), en una charla de amigos, Guillermo me dijo: “el fútbol es como la vida misma”.
Hoy, con el mundial, me vino este recuerdo a la cabeza. Me puse a pensar, lo cual no es mal ejercicio de vez en cuando, tratando de encajar esta idea de mi amigo con la realidad de la empresa. Se me ocurrieron varias similitudes que quiero compartir con todos vosotros.

La empresa es como cualquier equipo que busca ganar y lo interesante es que tal como en el fútbol le debe ganar a los adversarios y “seducir” a sus hinchas (o clientes). Por lo tanto en ambos hay tres agentes en juego: yo, mis adversarios y alguien a quien conquistar y mantener fiel.
Como en la realidad del mercado, habrá indiferentes, simpatizantes (quienes creen en nuestra marca pero pueden cambiar), habrá hinchas a muerte (adoran nuestra marca pase lo que pase) y habrá quienes nunca serán de los nuestros.

Las estrategias y tácticas son la clave del éxito. De nada valen los jugadores estrella si el equipo no lleva un plan de juego superior al adversario.
Es el juego en equipo el que llama al éxito. Para eso tiene que haber conciencia de grupo, excelente comunicación y sacrificio (a veces hay que ceder el protagonismo a otros). Ojo con creer que “comprando” algunos talentos aislados puedo solucionar los problemas de la empresa.

El “mister” es fundamental. No sólo tiene la visión de las estrategias sino que es un gran motivador. Todo empieza por la cabeza, no hay vuelta que darle.
No obstante el líder necesita de un equipo muy bien entrenado (colaboradores formados, hábiles y competentes) para ganar los partidos.

Ganar un mundial significa que la suma de aciertos menos los errores dio un saldo mejor que el de los adversarios. Ni más, ni menos, el mercado y la competencia es un campeonato a largo aliento en el que hay éxitos y fracasos, pero en el que cada caída sólo debe ser un acicate para levantarse con más fuerza aún, si no es así…

Por último, se puede sudar la camiseta, correr como posesos, intentar cientos de tiros a la meta, hacer malabares con el balón, pero al final… lo único que manda son los RESULTADOS.
Lamentablemente hay muchos en las empresas que no lo entienden y creen que trabajar mucho, tal vez más de las horas establecidas y hacer muchas cosas, no importa el valor que añadan, es suficiente.

Señoras y señores: RESULTADOS, RESULTADOS Y RESULTADOS.

En fin, no se si el fútbol es la “empresa misma”, pero se le parece bastante.

Hasta pronto.

mayo 03, 2006

El asesino silencioso


¿Qué me diría usted si le digo que muy probablemente tenga un asesino en su empresa? Además es de los que no descansan, de esos que se llaman “asesinos en serie”.
Me apresuro a aclarar que no mata gente sino negocios y futuro, que no es poco. También le aclaro que, salvo muy contadas excepciones, no tiene una cara y un nombre, sino varios. Muta, se transforma, es escurridizo, pero ahí permanece haciendo su nefasto y silencioso trabajo.
Veamos como actúa, valga como ejemplo algo que me ocurrió hace poco.

-Hola, buenos días – dije al entrar en la tienda.
Silencio… nadie contesta. Un dependiente, sin saludar, me miró de reojo con una cara como diciendo “…otro pesado, no me distraiga, estoy haciendo otra cosa.”
(¡Atención el asesino silencioso ya entró en acción con una certera puñalada a la autoestima del cliente!).
-Mire usted, necesitaba… - no terminé la frase porque el dependiente en cuestión siguió ignorándome.
(¡otra puñalada!).
Esperé un poco, tal vez no más de un par de minutos, pero que me parecieron una eternidad. Finalmente me dí media vuelta y, herido de muerte, me marché a comprarle a la competencia. Y eso no es todo, les dije y les digo aún a los que puedo, en cuanto tengo la ocasión, que no vayan a comprar allí donde fui tan mal atendido.

¡Desvelado el misterio! El asesino silencioso se llama Mal Servicio.

Hay estudios que indican que casi el 70 % de los clientes que no vuelven a requerir un producto o un servicio es porque se han sentido mal atendidos. Pero lo que es peor, de este 70 %, el 80 % no se queja, simplemente no reinciden en la compra, pero se lo dicen o influyen negativamente al menos sobre ¡10 potenciales clientes más!
Calcule usted ahora lo que esa simple actitud del dependiente puede haber significado en el caso anterior.

El asesino actúa en cualquier momento, silenciosamente, casi de forma imperceptible, pero muy efectiva.
¿Usted está haciendo algo al respecto? ¿O va a esperar hasta que su contable le diga que ya no pueden pagar el recibo de la luz?
Hasta pronto.

febrero 27, 2006

10 pasos para aumentar su rentabilidad


Les presento mi libro. He trabajado en él durante bastante tiempo hasta que finalmente le dí el empujón final en el último año. En él desarrollo un método de mi creación: DS-3, fruto de la experiencia y el estudio de la gestión de las empresas.
Está dirigido principalmente a las Pymes, de cualquier sector o actividad, que buscan solucionar el problema concreto de bajar costes, a la vez que aumentar su calidad y ganar clientes. Toda una aparente paradoja que propongo resolverla con este simple y práctico Método DS-3, que algunos de vosotros ya conocéis.
Espero que os resulte de verdadera utilidad.
Aquellos que lo leáis, no dejéis de hacerme todos los comentarios que creáis oportunos, me ayudarán a mejorarlo.
(Editorial Diaz de Santos. www.diazdesantos.es/ediciones , lo encontrarán en "Novedades")

Muchas gracias y hasta pronto.

febrero 19, 2006

El surf y la innovación


Uno se cruza en la vida con gente verdaderamente innovadora. En los negocios es bastante común ver a quienes tiene ideas geniales pero que no necesariamente les va bien a la hora de llevarlas al mercado como un producto o servicio. En este momento me viene a la memoria un par de casos.
Un buen amigo "vió" uno de los negocios de Internet: el registro de dominios. Lo interesante de esto es que se dió cuenta cuando la mayoría estábamos en pañales y a duras penas aprendíamos simplemente a entrar en Internet. Su estrategia fué la de registrar una serie muy grande de dominios claves.
El otro caso es el de una empresa que creó un sistema novedoso de archivo de datos vía Internet, con la intención de vender su idea a inversores. ¿Cómo les fue a cada uno?
A mi amigo el de los dominios le fue muy bien, algo adelantado, pero sólo lo indispensable para ganar la delantera.
En cambio para la empresa fue un fracaso, no porque la idea fuera mala, todo lo contrario, con el tiempo salieron varios similares, sino porque la burbuja de la venta de estas ideas, por las que se pagaban cifras millonarias, se pinchó
Dos ejemplos de una visión de futuro acertada, pero con suerte final diferente.
En esto de innovar todo pasa por el "timming", es decir, algo así como el don de la oportunidad en los negocios.
Tal vez de esto sepan mucho quienes hacen surf, si no se colocan en el momento y lugar oportuno la ola los revuelca o pasa sin pena ni gloria.
Hay empresas en las que la innovación es una constante y pueden aguantar en el tiempo, aunque ya tengan la tecnología, para lanzar un producto, justo como para ser los primeros. Es más, hasta pueden ser las creadores de sus propias "olas".
Mientras otras, la gran mayoría, son las seguidoras, o en mayor o menor medida las imitadoras de estos líderes.
En resumen, hay momentos en las que la sociedad está preparada para asumir ciertas innovaciones y comprarlas, y otros en los que, por buena que sea la idea, por intensa que sea la publicidad o agresivas que pretendan ser las acciones comerciales, tendrá éxito, en el mejor de los casos, sólo en la pequeñísima porción de los que se adelentan a los tiempos.
¿Cómo se consigue estar en la cresta de la ola?
Lo siento, me gustaría mucho poder saberlo, pero no tengo la receta. A lo mejor la descubro y en tal caso espero tener el "timmig" para hacerme millonario.
Hasta pronto.

enero 27, 2006

Salario y motivación


Hace ya muchísimos años y experiencias que demuestran que el salario es parte, y sólo una parte, de la motivación hacia el trabajo. Sin embargo hay aún empresarios que piensan que es lo único que puede motivar a sus empleados para que sean más productivos y trabajar mejor. Se me ocurre que esta creencia puede provenir de una falta de observación (incluso de escaso autoconocimiento) o porque lo ven en aquellos que tienen un salario por debajo de sus necesidades, lógico, para ellos lo que prima es su ingreso y harán aunque sea pinos para aumentarlo.
Personalmente me ha tocado ver de todo, pero para confirmar que el ingreso no es todo, puedo contarles de vendedores con jugosas comisiones que se conforman con el sueldito fijo, empleados que se van a otra empresa aunque vayan a ganar menos, etc, etc.
Para explicar el por qué de estas situaciones, y a veces de aparentes paradojas, les propongo un modelo propio, que hasta ahora me ha venido cerrando muy bien.
El modelo parte de la pregunta obvia: ¿Por qué razones trabajamos en una organización?. El listado de respuestas puede ser infinito, sin embargo he encontrado que se pueden agrupar en sólo tres grandes razones: Ingreso - Ambiente - Desarrollo personal. (Le propongo que se las imagine como tres ejes en las tres dimensiones del espacio).
Cada uno estaremos motivados en una determinada organización siempre que nos brinde posibilidades en aquella o aquellas de las 3 "patas" o ejes que mayor peso tengan para nosotros.
Claro está que ese peso no será siempre el mismo, cristalizado para siempre, dependerá de la situación particular en la que nos encontremos. Si lo que me aprieta es la hipoteca, será el Ingreso el gran motivador, relegando a un segundo y tercer plano a las otras razones. Si por el contrario, estoy relativamente tranquilo con mi ingreso, pero soy joven y ambicioso, el motor será probablemente el Desarrollo Personal. Pero si estoy conforme con mi ingreso y he llegado a mi techo o no me interesa ser Gerente General, pues valoraré más un Ambiente de trabajo agradable, de compañerismo, estabilidad y amistad.
Como ven este modelo es fácil de entender, pero como alguna vez me dijo un empresario ¿...y yo que puedo hacer? ¡...no puedo estar pendiente y darle lo que necesita a cada uno de mis empleados!
Vamos a ver. ¿Cuál sería la empresa ideal en la que todos los empleados estarían en un alto nivel de motivación?.
Sería aquella que brindara posibilidades en los tres ejes. Digo, posibilidades para que cada uno escoja y pueda seguir el camino que en ese momento necesita.

Este línea de razonamiento llama a otras reflexiones. Entre ellas la realidad de que hay empresas que se inclinan más por uno u otro eje. Así, cuando su filosofía o personalidad (sí, las empresas tienen su propia personalidad) esté volcada con mucho énfasis sólo a un buen ambiente, irá desmotivando o perdiendo a quienes buscan el desarrollo o el ingreso (y usted dirá sorprendido ¡que desagradecido, con lo a gusto que se trabaja aquí!); cuando sea sólo el ingreso deberá atenerse a exigencias continuas al respecto; cuando sea el desarrollo personal, la carrera interna y la motivación irán sólo en ese sentido.

Usted, ¿que tipo de empresa tiene o en cuál trabaja?. Si la suya no es "equilibrada", aunque ahora esté conforme... Mejor será que la busque, las posibilidades de éxito personal o empresarial serán mucho mayores.

Como siempre estos temas dan para mucho más, pero por ahora espero su comentario.

Para pensar.
Hasta pronto.
Copyright Luis Roldán González de las Cuevas

enero 03, 2006

Un poco de arte





Ya sabemos que el arte puede ser un negocio, pero esta vez les propongo sólo contemplarlo.
Son esculturas de María Angustias Roldán, mi hermana y una gran artista.
Vienen desde tierras argentinas, más precisamente de Mendoza. Provincia de montañas, vinos y nobles gentes.