abril 21, 2008

Work y Brain

Hace ya muchos años Work y Brain (esos eran sus apodos) se hicieron muy buenos amigos cuando estudiaban en la facultad. Ambos terminaron sus estudios a la vez, pero la vida los fue separando lentamente, a partir del día en que los dos se titularon e hicieron, esa misma tarde, un juramento: “...seremos millonarios”

Los dos habían recibido desde siempre en su familia una educación basada en la cultura del trabajo. Sus padres coincidían en decirles mensajes como: “… la clave del éxito está en el trabajo duro…”
Este mensaje les había calado hondo. Sus notas estaban por encima de la media, estudiando y cumpliendo siempre con sus responsabilidades y obligaciones. Habían aprendido lo que habían visto en su casa.
Sin embargo Brain casi siempre estaba algo mejor en las notas que Work a pesar de que este último se aplicaba más tiempo al estudio. Alguna vez hablaron de esto.
- Oye Brain siempre tienes más suerte que yo en los exámenes, o es que serás más inteligente – le decía Work un poco en serio y un poco en broma.
- No lo creo, me parece que lo que pasa es que tú estudias con mucha frecuencia sólo y yo casi siempre lo hago con el que más sabe del tema, eso me ayuda mucho – le respondía Brain.

No había pasado mucho tiempo desde su titulación cuando, por distintos caminos, se les presentó una oportunidad, la de entrar a trabajar cada uno en distintas empresas importantes.
Work trabajó incansablemente. Para él no había horarios y muy pocos descansos. Su sacrificio incondicional a la empresa agradaba mucho a sus jefes y se fue ganando sucesivos ascensos.
“Así llegaré alto en la empresa, ganaré un buen dinero y luego me independizaré, aún joven, para montar mi propio negocio”, solía repetir Work.

Brain pensaba igual, el objetivo parecía ser el mismo, sin embargo su manera para intentar alcanzarlo no era la misma. Se daba sus tiempos para la familia, el ocio y los amigos. Cuando había que hacer un esfuerzo extra, lo hacía, pero sobre todo tenía la habilidad de estar donde había que estar y hacer lo que había que hacer, con efectividad. Sus jefes admiraban su habilidad y logros.

Con tan sólo un año de diferencia Brain y Work habían cumplido su primer objetivo, renunciaron a sus trabajos y montaron sus propios negocios. La idea inicial de su juramento “seremos millonarios” seguía viva como nunca.

Hacía años que no se veían y en un encuentro casual, resumieron sus vidas.
Work contaba que le iba muy bien en su empresa, que mirado objetivamente ya era millonario, pero que al final seguía tan esclavo como cuando trabajaba para otros. Era el primero en llegar a trabajar y el último en irse, no tenía casi fines de semana, adelantando trabajo. Su familia poco contaba con él, salvo algunos días, no todos, de las vacaciones. Seguía al detalle todos los movimientos de sus empleados. Su máxima era “…hay que trabajar muy duro, al final nadie hace las cosas mejor que uno mismo, si no vigilas…”
Brain también era millonario, pero su vida era muy distinta. Se ocupaba sólo de los grandes temas de la empresa, para eso había dedicado una gran parte de su tiempo en buscar la mejor gente, formándola continuamente y dándoles poder paulatinamente, de tal manera que contaba con un plantel de verdaderos profesionales en los que podía confiar.
Esto había sido la clave para ser lo que el mismo definía como “…libre, dueño de mi tiempo”.

Esa conversación impactó a Work, el no podía decir lo mismo. Había trabajado muy duro pero no estaba conforme con su vida ¿qué había hecho mal?
Unos días después llamó a Brain:
- ¿Tienes tiempo para que hablemos?
- Por supuesto – le contestó rápidamente Brain.
- Mañana he dejado el día libre para pensar y hablar contigo, quisiera que me cuentes como has ganado tu “libertad”. Por un día la empresa quedará en manos de los empleados – añadió Work con cierto desasosiego.
- Es un buen comienzo ¿te parece a las 10?

Para pensar.
Hasta pronto.